lunes, 30 de enero de 2012

LA FOTOGRAFÍA ESTEREOSCÓPICA

Inspirándose en conocimientos que provienen de la Antigüedad, con los trabajos de Euclides y de Galieno, Leonardo da Vinci explicó el fenómeno de la visión binocular
cuya síntesis ofrece la sensación de relieve, al igual que la doble percepción del sonido estereofónico se logra por medio de la síntesis auditiva. En el siglo XVI, Della Porta estudió a su vez el fenómeno.
El físico inglés Charles Wheatstone (1802-1875) fue el primero en idear un aparato para proporcionar la visión en relieve. Era el estereóscopo, que presentó el Londres en 1838. El aparato permitía la visión correspondiente a los 65mm de distancia que hay entre los ojos. Sin la aportación de la fotografía, todo ello no hubiese pasado de ser un experimento óptico, dada la dificultad de realizar a mano dibujos con la visión disociada de cada ojo.


La técnica estereoscópica se basa en la relación óptica entre un original compuesto por un par de registros con una disfunción de campo representado, seleccionado durante la toma, y un visor o estereoscopio, a través del cual el original aparece como una imagen tridimensional.



Fotografía estereoscópica

Basándose en esto la fotografía estereoscópica tradicional crea la ilusión de 3D a partir de un par de imágenes 2D con diferente perspectiva. Cada ojo al estar situado en una posición diferente recoge imagen ligeramente distinta de la realidad que tienen delante. Esas pequeñas diferencias se procesan en el cerebro para calcular la distancia a la que se encuentran los objetos. El cálculo de las distancias sitúa los objetos que estamos viendo en el espacio tridimensional, obteniendo una sensación de profundidad o volumen. Por lo que si tomamos o creamos dos imágenes con un ángulo ligeramente distinto y se las mostramos a cada ojo por separado, el cerebro podrá reconstruir la distancia y por lo tanto la sensación de tridimensionalidad.


Las variaciones verticales son indiferentes en lo que respecta a creación de sensación de volumen (a no ser que esta diferencia sea demasiado grande, en cuyo caso crearían visión doble o desorientación). Solo las variaciones horizontales, producidas por la diferente ubicación de los ojos, resultan en sensación de profundidad.
A Sir David Brewster (1781-1868), físico escocés e inventor del caleidoscopio, se debe el propósito de obtener imágenes estereoscópicas por medio de la fotografía. Sus
primeros intentos en este campo datan de 1844, cinco años después de la divulgación del daguerrotipo. Brewster, que estaba relacionado con Talbot, Adamson y D.O. Hill, pudo adaptar sus trabajos a la incipiente técnica fotográfica.
Tras haber pretendido en vano interesar los ópticos británicos, se dirigió a París, donde el abate Moignot y los ópticos Soleil y Duboscq acogieron sus experimentos. El aparato construido por Duboscq cosechó grandes éxitos en la Exposición Universal de Londres de 1851, donde la reina Victoria recibió un ejemplar de lujo que supuso una excelente publicidad para el invento.
Después de haber realizado las dobles vistas con una cámara cuyo objetivo se desplazaba horizontalmente sobre una plancha graduada, a partir de 1849 lo sustituyó
Brewster por una cámara binocular que al sacar sincrónicamente las dos imágenes las dos imágenes permitía realizar retratos estereoscópicos.


La estereoscopía es la culminación de una larga cadena de observaciones científicas que se inician en la antigüedad.

Estereoscopio

El estereoscopio de Wheatstone fue recibido como un artefacto de carácter científico y sus usos potenciales fueron reducidos a los de la juguetería óptica hasta la llegada de la fotografía, donde pasará a ser una de las más prósperas actividades de esta industria y, sin lugar a dudas, el primer fenómeno visual de masas en la historia del entretenimiento.
La década de 1880 va producir cambios cualitativos en el mercado fotográfico que tendrán un rápido reflejo en la sociedad: el nacimiento de la fotografía de aficionados al
arte de la luz.
A mediados de los ochenta la oferta de materiales de ennegrecimiento directo listos al uso se incrementó con la llegada de los papeles a la gelatina y al colodión. Esta ampliación de materiales de copia fáciles de usar se completó eficazmente con la venta de placas secas, el resultado fue inmediato: la burguesía más ilustrada se entregó decididamente a la práctica fotográfica.
El auge de la denominada fotografía amateur coincidió con la puesta en circulación de los papeles de revelado químico, de los colodiones mate de ennegrecimiento directo virados al oro y al oroplatino (1894), de las copias al platino (1880) y la vuelta al uso de las cianotipias empleadas como copiado barato de selección previa a la ejecución de copias definitivas en otros procesos argénteos de ennegrecimiento directo (con la intención de evitar los ineludibles virados a materiales nobles como el oro o el oroplatino).
Todos estos cambios llevados a cabo en el mercado del material sensible fueron acompañados por importantes innovaciones en el campo de la óptica, de los obturadores y de los desarrollos en la industria de las cámaras fotográficas que habrán de producir nuevos modelos cada vez más compactos, cada vez más precisos y sobretodo cada vez más fáciles de usar. Esta revolución, forjada en la década de los ochenta y consolidada a lo largo de los noventa, va a producir cambios notables en el mercado de la fotografía estereoscópica.


Cada vez son más los aficionados que se deciden a documentar viajes o reuniones familiares mediante la utilización de la estereoscopía, lo cual produce registros de mayor
espontaneidad y menor academicismo. La posibilidad de copiar por contacto las placas estereoscópicas negativas en otro negativo y obtener por lo tanto una transparencia
sobre cristal va a generar modificaciones en los formatos tanto de copias positivas cuanto de visores e instrumentos ópticos.


La técnica estereoscópica evolucionó a lo largo de la segunda mitad del siglo, adaptándose a las mejoras sucesivas de los procedimientos: del estereodaguerrotipo al
veráscopo de Richard, que tuvo gran aceptación a principios del siglo XX, hubo múltiples variantes del invento Brewster. El empleo de la placa de cristal que permitía la
visión de imágenes transparentes fue decisivo. Muchos fotógrafos del siglo XIX y de principios de XX realizaron vistas estereoscópicas. El gran aficionado que fue Santiago
Ramón y Cajal, utilizó mucho la cámara binocular. Hasta hace poco se siguieron utilizando los populares aparatos denominados “View-Master”.

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