domingo, 13 de mayo de 2012

ENCUADERNACIÓN Y LIBRO IMPRESO

ENCUADERNACIÓN

En el siglo I d. de C., los cuadernos que contenían varias hojas de papiro o pergamino se insertaban entre dos tablas de madera o de hojas de papiro encoladas entre sí. En Occidente, las encuadernaciones más antiguas que se conservan se remontan al siglo VII (las tapas del Evangelio de la reina Teodolinda de Monza, compuestas por una plancha muy fina de oro con ocho camafeos dispuestos en forma de cruz); en ellas los pliegos van cosidos mediante el procedimiento de doble nervadura y se unían a la cubierta mas tarde. Las dos tapas se sujetaron después del cosido. Una vez fijadas las tapas a los pliegos, la encuadernación podía revestirse de diferentes formas.

Los textos sagrados se decoraban con oro, piedras preciosas esmaltes y marfil, los libros se colocaban horizontalmente sobre las estanterías por lo que los títulos se escribían en el canto del libro.

Hacia 1470 se introdujo en Italia el dorado en caliente con pan de oro, técnica aprendida por los obreros sarracenos emigrados de Siria y Egipto, abriendo una nueva vía a la ornamentación de la encuadernación, este motivo decorativo se desarrollo en Venecia, bajo el influjo combinado del renacimiento y el Arte bizantino y el oriental.


EL LIBRO IMPRESO

El destino del códice fue sin duda brillante. Tuvo una importancia determinante para el conocimiento y la versión exacta de hechos históricos u obras literarias. Al hacer posible la producción en serie de textos, ocasionó en el lector una nueva forma de pensar e incluso una nueva forma de ser. Muy pronto se dieron cuenta del efecto revolucionario de la imprenta que, al hacer más accesibles los textos, se convirtió en un mecanismo difusor de cultura infinitamente más potente que el manuscrito.

A China se le atribuye el descubrimiento de la imprenta que deriva de la técnica del sello grabado o en relieve. Las primeras pruebas de imprenta con tipos móviles efectuados en Europa y conocidas por nosotros datan de mediados del siglo XV.

En 1970, George Painter decidió asignarlas todas al tipógrafo Guttemberg, que parecía ser el único capaz de grabar y fundir los cuatro tipos de caracteres. Guttemberg prefirió un caracter menor y menos aparatoso, que se utilizó para la edición de la Biblia de 42 líneas, impresa en Maguncia hacia 1455. Fue el primer gran libro impreso en el mundo Occidental con caracteres móviles. Impresa a dos columnas en dos volúmenes de folio, se tiraron 150 ejemplares.

El Arte de la impresión se difundió rápidamente, además de muchas ciudades alemanas llego a Italia en 1475. A finales del siglo XV existían imprentas funcionando en 250 ciudades europeas. Pero solo en una ciudad italiana, Venecia, alcanzaron el Arte tipográfico, la industria y el comercio del libro un desarrollo superior al de cualquier otra ciudad.

El paso del libro escrito a mano al impreso con tipos móviles, se puede afrontar, por una parte, basándose en la continuidad, y por otra, en la novedad y por lo tanto, en las diferencias entre ambos productos. La historia del libro manuscrito y la del libro impreso no pueden y no deben considerarse fenómenos separados, sino aspectos diferentes de un mismo proceso de producción y difusión cultural.

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