La muestra está compuesta por casi un centenar de obras que incluyen fotografías, óleos, litografías, cerámicas y esculturas. Entre ellas puede verse por primera vez los tres cuadros que pintó en nuestro país, concretamente en Sevilla, junto a su amigo Francisco Iturrino en un estudio que ambos compartieron en la ciudad de la Giralda. 60 piezas de arte islámico de gran valor artístico, como cristales, bronces, tapices, miniaturas, celosías, cerámicas y objetos de madera. Así como cartas, postales y fotografías personales del autor, procedentes de los archivos Matisse en Issy-Le-Molineau, y otros objetos de contexto, como tejidos que coleccionó a lo largo de su vida. Entre ellos se pueden apreciar mantones de Manila, tapices de la Alpujarra y telas hispanomusulmanas.
Con todo ello se ha intentado reconstruir el viaje de Matisse a la Alhambra, que aunque solamente duró tres días, tuvo gran impacto en uno de los grandes pintores de la vanguardia contemporánea, y que se puede apreciar en la emoción que el artista expresa en sus cartas.
Al no existir fotografías de Matisse en España, las evidencias de ese viaje han tenido que buscarse en la correspondencia del artista y en los archivos de la familia. María del Mar Villafranca ha contado con la colaboración del profesor Francisco Jarauta, catedrático de Estética de la Universidad de Murcia, para revelar los propósitos de ese viaje y las consecuencias para su trabajo posterior. Se consultaron los archivos de Matisse en Issi les Molineux, el archivo Pushkin de Moscú y la sección de raros de la biblioteca Beineche de la Universidad de Yale, donde se conserva la mayor parte de la correspondencia que mantuvo Matisse con su familia y amigos durante ese viaje.
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El descubrimiento hace años de la firma de Henri Matisse en el libro de visitas de la Alhambra, fue el punto de partida de una investigación que ha llevado a reconstruir los propósitos de su viaje a España, y la influencia de esta experiencia en su obra. |
Al no existir fotografías de Matisse en España, las evidencias de ese viaje han tenido que buscarse en la correspondencia del artista y en los archivos de la familia. María del Mar Villafranca ha contado con la colaboración del profesor Francisco Jarauta, catedrático de Estética de la Universidad de Murcia, para revelar los propósitos de ese viaje y las consecuencias para su trabajo posterior. Se consultaron los archivos de Matisse en Issi les Molineux, el archivo Pushkin de Moscú y la sección de raros de la biblioteca Beineche de la Universidad de Yale, donde se conserva la mayor parte de la correspondencia que mantuvo Matisse con su familia y amigos durante ese viaje.
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Detalle de una de las cartas escritas desde Granada por Matisse, describiéndole a su mujer los objetos que había comprado en los anticuarios de La Alhambra. Por esas cartas sabemos que el viaje arrancó en París en noviembre de 1910. Llegó a Madrid en tren, visitó El Prado y, desde allí, viajó hasta Sevilla, donde se encontró con su amigo el pintor Iturrino y el francés Auguste Breal. En Granada tan solo estuvo tres días. Llegó el 10 de diciembre y desde el primer momento quedó fascinado por todo lo que veía. “ (…) La Alhambra es una maravilla. Allí he sentido una gran emoción …() “ El viaje a España fue el comienzo de un nuevo ciclo pictórico en la vida del artista. Aunque el pintor visitó otras ciudades como Madrid, Toledo, Sevilla, Málaga ó Córdoba, fue la visita a la Alhambra de Granada los días 9, 10 y 11de diciembre de 1910, lo que emocionó a Matisse, al descubrir los sistemas decorativos del monumento nazarí, junto con su peculiar arquitectura y luminosidad.
Matisse fue uno de los primeros turistas que visitó La Alhambra, recién inaugurada como monumento turístico. Sabemos que pagó entre una y diez pesetas por la entrada y que hacía muy mal tiempo. Por las cartas conocemos también que se instaló en la pensión Carmona, en la Calle Real de la Alhambra, que desde su ventana podía ver la nieve de Sierra nevada y que en las tiendas de anticuarios del recinto compró azulejos, tinteros y botes de vidrio que envió a portes debidos a su mujer. También que en Madrid adquirió un mantón de Manila y una alfombra de Las Alpujarras, que utilizaría constantemente en los cuadros que pintó a partir de aquel viaje; un viaje completamente fértil que marcó el comienzo de una etapa enormemente creativa con piezas magistrales como el Atelier Rouge.
Más tarde, de vuelta a su taller en Niza, arrancó otra fase más evocativa, más de salón, que en esta exposición denominan Paisaje Interior. Un paisaje que él puebla de odaliscas como si fuera un harem en un ambiente intimista que pudo evocar en la Alhambra o en Marruecos. Pero lo cierto es que hay unas correspondencias muy claras entre los aspectos formales de la sala de los baños de La Alhambra y esas otras salas en las que ubica a sus odaliscas.
Cuarenta instituciones de prestigio internacional como el Museo del Hermitage, el MOMA de New York, el Metropolitan, el Louvre de París, o el Pushkin de Moscú y coleccionistas privados como la Baronesa Thyssen-Bornemisza o Claude y Bárbara Duthuit, herederos del pintor francés, han apoyado este proyecto de gran complejidad en cuanto a su producción, por el número de préstamos y su localización geográfica.
Del 15 de octubre hasta el 28 de febrero de 2011. Museo de Bellas Artes de Granada, que está ubicado dentro del Conjunto Monumental de la Alhambra.
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